Yo siempre he dicho que tengo una relación difícil con Caracas, una de intenso amor y odio, sus contrastes son sin duda una prueba de resistencia personal diaria entre el verde del Ávila y la basura de la calle, entre su cielo azul y sus épicas colas. En estos últimos tiempos mí ciudad de luz y sombra es protagonista de una lucha diferente, una que la llena de humo y de gritos que piden libertad, de venezolanos que al igual que yo la aman y que decidieron llenar sus calles de fortaleza incansable y que no se doblegan ante los que la quieren confusa y perdida. Hoy mi Caracas de gente diversa le da cabida en sus avenidas al grito de “No más oscuridad para mi país, para mi ciudad para mi gente”, los buenos somos más y ella lo sabe, por eso mi Caracas de cielo azul seguirá permitiendo a cada uno de sus hijos llenarla de lucha y de sensatez. Ojalá hoy haya menos humo y más coherencia, más acción y menos discursos, más vida y menos duelos y angustia para que al igual que en mi lucha diaria con ella siempre gane el amor. Creer, reír, amar, vibrar, vivir.
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